-Continuación- Vagando...

(Tranquilo, comprendo que debes estar ocupado, no te enrolles soy paciente y esto se hace para entretenernos n_n)

Llegaron al barrio abandonado, no se veía ni una sola persona además de ellos, realmente el lugar era un poco escalofriante, casas cayéndose en pedazos, llenas de musgo, telarañas y demás suciedades. Escuchaba atentamente cuando el hablaba, por alguna razón desconocida para ella, se sentía tranquila con el mago, a pesar de que desconfiaba de las personas, rió para sus adentros burlándose de si misma, "otra cosa que desconocía" se dijo. Al escuchar las preguntas de su acompañante con respecto a su transformación sintió como un escalofrío pasaba por su espalda mientras desviaba su ahora serio rostro hacía un lado.

-Eso ni yo lo se...Solo puedo decir que nada más se de una vez en la que no recuerdo que hice, solo desperté en este lugar...Con mis manos y cara llena de sangre...-Murmuro la ultima frase, realmente no sabía que hizo, pero suponía que debió ser terrible.-Por lo demás, nunca me preocupo mucho la luna llena...No se porque, pero no me transformo...-Respondió con sinceridad, encogiéndose un poco de hombros.

Se detiene, para hacer un ademan enseñándole el lugar, que ya parecía ser como el límite del barrio y un bosque, ahí solo estaría una casa que parecía estar habitada a comparación de lo demás, que estaba completamente desierto.

-Ahí, eso es lo que puedo llamar "casa".-Comenta, señalando aquella vivienda, la cual le haría falta alguna pared y un poco del techo.-¿Deseas descansar un poco antes de hacer lo que tienes que hacer?.-Pregunta, girándose un poco hacía el, sonriendo tranquilamente.

- Huh, al menos tienes un sitio donde puedes dormir, lo más cercano que he tenido a una casa ha sido un hostal bastante cutre. - Comentó para luego reír un poco. De nuevo miró al sol, el cual prácticamente se había hundido en el horizonte para volver al día siguiente, por lo que meditó la idea de descansar.

- Bueno, realmente no estoy cansado, pero tampoco tengo nada que hacer hasta media noche, si no es molestia podría leer algún libro. - Dijo mientras metía la mano en su bolsillo y sacaba un frasco de cristal, que al ser destapado, invocó un libro titulado "Cómo criar a un cuervo" escrito por alguien desconocido.

No quería entrar en la casa de la muchacha por si era una molestia, aunque le había invitado a descansar no quería causar ningún inconveniente, así que se sentó por fuera y avisó a Juliette que prefería quedarse allí.

Así las horas pasaron, y se acercó el momento, cerró el libro y se levantó...

- 30 minutos para la media noche. - Mientras decía esto fue a llamar a Juliette para avisarle, por si, en caso de que algo saliera mal, ella estuviera preparada...

-Yo hice mío este lugar..Mmm..Me gustan los libros, como gustes, puedes pasar cuando lo desees..-Responde con una amable sonrisa mientras iba a su "casa", observaba de vez en cuando al chico por la improvisada ventana sentándose en el borde de la misma descansando en la misma, aunque parecía como si estuviera dormida, por su postura de estar reposando uno de sus brazos sobre la rodilla de su flexionada pierna, con la mirada baja aunque la misma no se notaria por el flequillo. Su respiración era lenta y tranquila, se encontraba como de costumbre divagando en sus pensamientos, prefería mantenerse en esas noches así, en calma.

Sintió al joven mago acercarse, aun así no se movió creyendo que se metería a la casa a descansar, puesto que ni se ha dado cuenta de cuanto tiempo ha pasado dispersada en sus ideas e imaginaciones variadas.

Se paró frente a la muchacha pensando que dormía, aunque avistó sus ojos abiertos entre su fleco, entonces comenzó a hablar.

- Falta poco, quería comentarte algo, ésta es mi última oportunidad para volverme "normal", si sale mal, no me gustaría seguir viviendo, así que te pido por favor, que si al tomarme ésta poción. - Decía mientras sacaba el bote de cristal de su bolsillo. - Dejo de ser yo, o algo peor ocurre, mátame. - Dijo sin irse por las ramas.

La mano que sostenía la botella temblaba como si estuviera helada, pero no eran más que los nervios, obviamente no quería morir, no quería volver a perder la razón, no quería volver a asesinar a seres vivos inocentes... Solo quería ser una persona normal, alguien que no tuviera problemas para relacionarse con los demás.

- Bueno, de nuevo, gracias por todo... -

Dicho esto Aiden se retiró a un lugar no muy alejado de la casa de Juliette y miró hacia al cielo, aquellos serían los cinco minutos más largos de su vida.

No diría nada ante lo dicho por el joven, más lo estaría vigilando de cerca, a pesar de que no estaba de acuerdo en matarle respetaba su decisión, su rostro se giraría un poco hacía donde estaba el, detallando aquel bote de cristal, noto su nerviosismo, que notarlo, podía hasta olerlo, además podía oler el miedo que provenía de él, reconocía a la perfección ese sentimiento, ya había pasado por cosas así, no le dejaría pasar por aquello solo.

Sabía que no podría asesinarle por más que se lo pidiera, ella no era así, haría lo posible para que no sucediera, lo observo alejarse dándole todo su apoyo, aunque no dijera nada ante las palabras del mago.

Cerró los ojos con fuerza y comenzó a beber la pócima, bajó a través de su esófago y en el momento que entró en el estomago Aiden quedó inconsciente y su cuerpo cayó hacia atrás golpeando el suelo. Sin embargo, el mago se encontraba en algún mundo en sus recuerdos, todo era completamente blanco y el joven, inmóvil, comenzó a mirar a su alrededor, no estaba seguro de lo que pasaba, pero sabía que aquello no era el mundo real.

Avanzó a ritmo lento sin saber a dónde se dirigía, no había rastro de nada, o eso parecía. Sin que él lo notara, tras de sí, poco a poco iban apareciendo pájaros de todas las especies, que caminaban al ritmo del mago, silenciosamente, para no ser sentidos.

Mientras tanto, en el mundo real, el cuerpo aparentemente inerte de Aiden yacía en el lugar, pasaron un par de minutos hasta que por fin una sonrisa apareció en el rostro del ser.

- Vuelvo a ser libre... - Susurró de forma casi inaudible, mientras un aura oscura empezaba a rodearle, obviamente el que se encontraba allí no era el Aiden que Juliette había conocido, pues era su demencia.

En el momento que el cuerpo del mago cayó se acercó rápidamente a este, por sorpresa para ella, preocupada, se agacho en cuanto estuvo a su lado, escuchaba que su corazón aun latía, suspiro extrañamente aliviada, esperando a que despertara sentándose en seiza, descansando las nalgas en sus talones y el empeine de sus pies sobre el suelo.

Pasados aquellos minutos sus instintos sintieron aquella aura oscura, no temería, más sin embargo estaba muy alerta, escucho vagamente sus palabras, sus músculos se tensaron sabía que algo no estaba marchando bien aunque no se movió en ningún momento de su lugar. Por primera vez esperaba que sus sentidos fallaran, no querría asesinar al joven mago pero tomaría medidas con cualquier cosa que pasara.