El Guardián

Escuchaba el eco de sus pisadas al correr dentro de la gran construcción ya que afuera se desataba una tormenta y no había algún otro lugar cercano en el cual refugiarse al menos hasta que el clima se calmara.

Suspiró estando dentro, el lugar estaba polvoriento lo cual no era de su agrado. Se aferró a su capa ya algo empapada y recorrió la iglesia buscando indicios de que alguien se hospedara en el lugar, pero al parecer estaba vació.
Registró su refugio temporal y notó que no se encontraba en muy buen estado, pero seguro soportaría la tormenta. La mayoría de las ventanas se encontraban destrozadas, cubiertas con algunas tablas, y lo mas notorio fue una cruz que se encontraba al final del salón.

Se dirigió a un rincón del lugar y se acurrucó abrazando sus piernas, esperando a que la tormenta pasara. El tiempo avanzaba lentamente por lo que pensó en dormir un rato, pero se alertó al escuchar algunos pasos ajenos resonar por el lugar, aunque simplemente decidió mantenerse quieta en silencio, esperando no ser notada.