Una noche con ~Pinsu~ [Privado]

Siempre había sido él quien besaba, si una chica le besaba usualmente se movía y se alejaba o simplemente se aprovechaba, pero con esta chica era diferente, se sentía muy cálido, no como cualquier otro beso, este parecía tener algo especial. Cerró sus ojos un momento, no sabía que hacer, era raro que se sintiera así.

Lentamente le abrazó sin separar sus labios de los de ella. Acariciaba su espalda suavemente, no sabía qué hacer, no quería incomodarla de ninguna manera, sentía que por fin había encontrado una razón para hacer algo bueno, sentía que ya no era necesario provar que era frío y cruel, quizá le agradaba que ella viera al verdadero él.

---Ksa!

Se levantó rápidamente tomando su cascabel y colocándoselo mientras caminaba a la puerta.

---Ahora si la hiciste... ni siquiera Kei hubiera hecho sufrir a alguien así.

Se colocó en cuantro puntos y comenzó a correr de forma felina para buscarla.

El olor de la sangre llegó hasta él, si ella estaba herida tenía que ayudarla, aumentó la velocidad siguiendo los rastros hasta poder verla en una banca, llevaba un pañuelo rojo en la mano; el olor de la sangre lo invadía, realmente le gustaba ese olor, pero la ecencia de la chica tapaba léntamente el edor de la sangre. Era extraño, pasó de sentirse feliz a sentirse basura y después preocupado.

Corrió hacia ella deteniéndose a pocos centímetros de la banca.

---Pinsu?...

---Pero qué dices?!

Se apresuró hacia ella quitándose las bendas en el camino; se arrodilló a un lado de la banca tomando su mano, quitó el pañuelo y bendó la herida rápidamente.

---Por qué?... por qué saliste de esa forma?

Dejó salir un largo suspiro antes de sonreír involuntariamente.

---Ne, será mejor que te lleve de regreso para que descanses...

La levantó en sus brazos comenzando a caminar todo el trayecto de regreso.

---Y yo qué se?... creo que es porque me haces sentir diferente, me haces sentir mejor... cuando estoy cerca tuyo todo el dolor y el sufrimiento se va de mi mente.

Para él era como si cuidar de ella lo mantuviera distraído, le hacía sentir bien ayudarla, no había muchas chicas como ella; además, ambos habían sufrido cosas parecidas. Cada vez se sentía más confundido, más atraído hacia Pinsu, el sentimiento que tenía por Sumire comenzaba a desvanecerse, ahora tenía alguien que sí apresiaba lo que hacía por ella.

No había notado a las luciérnagas, cuando la luz pálida de la luna se había posado en el rostro de la chica lo había atrapado por completo. No podía apartar su mirada de ella, caminaba guiado por su memoria, como si su cuerpo supiera dónde estaba aquél lugar que podía llamar hogar.

Siguió caminando hasta por fin llegar a la entrada de su "casa" la miró curioso, notando que observaba algo con gran felicidad, no sabía que era, pero era mejor preguntar si deseaba quedarse otro rato ahí.

---Quieres que entremos de una vez? o prefieres seguir aquí un rato?

---Te ves cansada, será mejor que entremos para que descanses.

Entró y la dejó suavemente en uno de los juegos de sábanas.

---Listo, bueno... quieres un poco de agua?

Dejó salir un suspiro, había escuchado apenas esa última palabra. Se recostó cerca de ella, estaba un poco cansado, pero como siempre el insomnio era más fuerte en las noches. Se acurrucó un poco y fijó su mirada en la chica, respirando tranquilamente esperando quedarse dormido.

Tenía los ojos cerrados, sin embargo no podía dormir, cada vez que empezaba a sentir sueño, la imagen de Sumire aparecía en su mente, llevándolo de nuevo a la oscuridad. Sus orejas se movieron ante un sonido, al parecer Pinsu se acababa de despertar, debía decir algo? Tan solo se recostó boca arriba abriendo los ojos.

---En mi antigua vida...

Respondió en el mismo tono de ella mirando al oscuro techo; odiaba ese techo, le recordaba la oscuridad en la que solía estar.